domingo, 15 de noviembre de 2009

Le vent nous portera

A veces una historia acaba sin el consentimiento de sus protagonistas. Ni siquiera la del autor, ese que creías ser tú.
La cosa está jodida: no te queda nada, tu plan de ser feliz se desvanece por completo. Te tienes que reinventar.
Mujeres, alcohol, marihuana, todo vale para vivir rápido, o para morirte esa misma noche.
En el fondo te da igual.

-¡Tú me querías!
-Eso era antes, la cosa ha cambiado.
-¿Qué ha cambiado? Yo soy el mismo. Joder, yo te quiero.

Craso error. No la quieres.
Es una falsa sensación: la felicidad que te proporciona estar con ella es únicamente la utilidad que puedes darle a tus instintos.
Sabes que quererla te hará sentir mejor, sentirte valorado por alguien, compartir felicidad, repartir el dolor y ser inmortal.
Pero todo tiene un precio: podeis ir en el mismo avión o estar alojados en el mismo hotel.
Lo realmente duro es comprar el billete de primera clase para ti o reservar una suite de lujo, cuando ella apenas se ha dejado cuatro duros en el viaje.

Suena materialista, pero a la hora de anular la reserva, el que realmente se jode, eres tú.

Te quieres más de lo que piensas, en el fondo.


Salud y amor. Jiménez.